Sin la integración continua, los desarrolladores tendrían que coordinar y comunicar de forma manual sus contribuciones de código al producto final. Un entorno sin integración continua requiere burocracia innecesaria y una sincronización complicada, lo que tiene como resultado una situación más compleja de lo necesario.
Es habitual que se produzcan errores de comunicación entre el equipo de ingeniería y el resto de la empresa, sobre todo entre el equipo de producto e ingeniería. Determinar el tiempo que transcurre entre el desarrollo y el lanzamiento del producto suele ser difícil debido a la complejidad que supone integrar nuevos cambios si estos no se almacenan en un único repositorio o ubicación.