La primera fase del ciclo de rendimiento se centra en la planificación. En esta etapa, las organizaciones y los empleados colaboran para establecer expectativas. Las expectativas de rendimiento pueden cubrir una amplia gama de tareas, desde horas de trabajo hasta cumplimiento de las políticas de la empresa, pero generalmente se clasifican en una de las dos categorías: Resultados y acciones. Los resultados son lo que el empleado produce o realiza, y las acciones son los métodos y comportamientos demostrados durante el proceso.
Con las expectativas claras en mente, colabora para definir objetivos SMART (específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporales). Estos objetivos SMART deben contribuir a diversos objetivos de la empresa, pero también deben relacionarse con el desarrollo personal del empleado.
Identifica las acciones que se deben tomar en los próximos meses. A continuación, revisa las expectativas de rendimiento dentro de los requisitos laborales del empleado y realiza actualizaciones cuando sea necesario. Recuerda que esto debe ser un esfuerzo colaborativo entre el jefe y el empleado. Deben colaborar para construir un plan de desarrollo personal que pueda ayudar a guiar las acciones futuras y demostrar el compromiso que ambos lados tienen para mejorar el rendimiento.